Marrakech está dividida en dos áreas claramente diferenciadas: la ciudad moderna y la medina, circundada de magníficas murallas de piedra arenisca roja. Declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1985, esta última zona concentra los principales monumentos y lugares de interés histórico.
Un punto idóneo para empezar a visitar Marrakech es la bulliciosa plaza de Yamaa el Fna, declarada Patrimonio Cultural Inmaterial en 2001. Allí serás testigo de un collage humano que no admite comparación: encantadores de serpientes, bailarines, cantantes, saltimbanquis, adivinos, sacamuelas… Te aseguramos que este escenario singular no te dejará indiferente.
Dirígete desde allí a la madrasa de Ben Youssef, una escuela coránica que debe su nombre al soldado almorávide Ali ibn Yússuf. Este llegó a reinar en el siglo XII y contribuyó a expandir Marrakech y a acrecentar su poder e influencia.
Otro edificio religioso que hay que conocer es la mezquita de Kutubia, cuyo minarete de 69 m de altura es la construcción más elevada de Marrakech. Su apariencia es muy similar a la torre de Hassan de Rabat y a la Giralda de Sevilla, lo que llama la atención de muchos visitantes.
Marrakech también destaca por su arquitectura palaciega. Prueba de ello es el palacio El Badi, edificado a finales del siglo XVI por el soldado saadí Ahmad al-Mansur para celebrar la victoria sobre los portugueses en 1578, en lo que se conoce como la batalla de los Tres Reyes.
Tampoco desmerece el espectacular palacio de la Bahía, levantado a finales del siglo XIX por Si Moussa, gran visir del sultán, quien estableció en él un harén. Si bien no lo consiguió, su intención era que fuese el más grande de todos los tiempos. A continuación, accede al palacio Mnebhi, un edificio andalusí de finales del siglo XIX que hoy acoge el Museo de Marrakech.
Aunque menos conocidas, vale la pena contemplar las tumbas saadíes, de finales del siglo XVI y pertenecientes a una de las dinastías que gobernaron la ciudad tras los almorávides y los almohades. Este recinto funerario fue abierto al público en 1917, año en el que fue redescubierto.
Conviene prestar atención a la Bab Agnaou, una de las 19 puertas de la ciudad —data del siglo XII, época en la que reinó la dinastía almohade—, y al Koubba Ba'Adiyn, un pequeño edificio de principios del siglo XII recientemente restaurado. Es el único ejemplo de arquitectura almorávide que se conserva en Marrakech.
Al oeste de la ciudad y a las puertas del Atlas, te esperan los hermosos jardines de la Menara, construidos en el siglo XII por el califa almohade Abd Al-Mumin. Su elemento más llamativo es un sencillo pabellón rematado con un tejado verde. No te olvides del jardín Majorelle, un jardín botánico del pintor francés Jacques Majorelle (1886-1962), creado en 1931.