Como descubrirás, el turismo en el sur de Lanzarote no solo se nutre de reclamos culturales y paisajes que cortan la respiración. De hecho, las playas de Yaiza te brindan una oportunidad perfecta para relajarte.
Una de las más populares es Playa Blanca. Aunque en el pasado fue una aldea de pescadores, en las últimas décadas ha reorientado su actividad hacia el sector turístico. Este enclave, cuajado de playas de un blanco inmaculado —de ahí el origen de este topónimo—, permite acceder fácilmente a la minúscula isla de Lobos o bien a la vecina Fuerteventura.
Desde allí, conviene acercarse hasta las puntas de Pechiguera y del Papagayo. Este último enclave, sito 8 km hacia el sureste, es especialmente recomendable, ya que cuenta con una de las mejores playas de Lanzarote y con la torre del Águila (siglo XVIII), la única estructura defensiva construida en el sur de la isla. Otro lugar aconsejable es la costa del Rubicón, que da cabida a las ruinas del castillo de Jean de Bethencourt (siglo XV), el pozo de San Marcial, la playa de las Mujeres y la playa de Las Coloradas.
Al pie del macizo de los Ajaches, se hallan los vestigios del primer asentamiento de los conquistadores europeos: San Marcos del Rubicón. Allí, en la costa del antes mencionado Parque Natural de Los Ajaches, se encuentra otra playa de interés: la del Charco Verde, también llamado de Los Clicos.
En cualquier caso, si lo tuyo son las playas tranquilas, Yaiza cuenta con las calas del Golfo y Janubio, perfectas para bañarse o tomar el sol.
Por descontado, Yaiza es también la opción perfecta para realizar magníficas rutas de senderismo, siguiendo alguno de los siguientes itinerarios: la ruta de La Geria, de la Asomada a La Geria, de Femés a Playa Quemada, de Femés a Papagayo y de Los Charcones a las salinas de Janubio.
Y si te planteas viajar a Yaiza con niños, una iniciativa conjunta entre Puerto Calero y Playa Blanca te permitirá efectuar un increíble viaje en submarino. Durante el trayecto, que dura aproximadamente una hora, te permitirá admirar la riqueza de los fondos oceánicos y, al mismo tiempo, conocer de cerca la fauna del Atlántico.