Agadir cuenta con preciosas mezquitas repartidas por toda la ciudad. Entre las más llamativas, conviene mencionar la mezquita de Loubnane (1969), ubicada a las afueras y considerada como la más importante del núcleo urbano; la mezquita de Mohammed V, también erigida en los años sesenta del siglo XX; la nueva medina —creada en 1992 por el arquitecto de origen italiano nacido en Rabat Coco Polizzi (1941), en el barrio de Ben Sergas (a 4,5 km del centro), empleando a técnicas de construcción beréberes tradicionales— y, por supuesto, la kasbah.
Construida en 1572 por Mohamed Ech-Cheikh, esta ciudadela es uno de los enclaves más bonitos de Agadir, y brinda fantásticas vistas sobre el océano y la ciudad, a una altura de 236 m. Desde allí, podrás admirar unas hipnóticas puestas de sol. ¡Ten tu cámara de fotos a punto!
El barrio de Fount, emplazado a los pies de este último monumento, es la parte más vieja de la ciudad y conserva vestigios de la antigua fortaleza.
Otro lugar remarcable es el Museo Municipal Bert Flint. Esta institución está dedicada al legado del historiador holandés que le da nombre, quien reunió incontables muestras de arte popular del Marruecos rural durante sus viajes por el país. De ahí que sea una opción inmejorable para familiarizarte con las formas de vida del reino alauí.
También hay que hacer referencia al Teatro al aire libre, con capacidad para 3.000 espectadores; el parque zoológico o el Vallée des Oiseaux, que reúne más de 500 especies de aves y mamíferos como canguros o muflones, y los jardines de Olhao, de acceso gratuito, y que llevan el nombre de una ciudad portuguesa con la que Agadir está hermanada.
En dirección al aeropuerto, al este, se encuentra la ciudad de Dajla, con pintorescas casas de estilo andalusí.
Por último, puedes hacer una excursión a Draga, una localidad sita a 10 minutos de la ciudad. Allí abre sus puertas el parque Croco, un recinto con una superficie de 4 hectáreas, y en el que viven 300 cocodrilos del Nilo.