Entre los principales reclamos turísticos de Marruecos, destaca Marrakech, la urbe que da nombre al país y una de las cuatro antiguas ciudades imperiales de esta nación junto con Fez, Meknes y Rabat. Su lista de alicientes es inagotable, e incluye monumentos como el imponente palacio de la Bahía, construido a finales del siglo XIX por Si Moussa, el gran visir del sultán. Sede de un harén, fue declarado Patrimonio de la Humanidad en 1985. También resultan impactantes las tumbas saadíes, de finales del XVI; las murallas que rodean la medina, los laberínticos zocos y la icónica plaza de Jemma el Fna, distinguida como Patrimonio Cultural Inmaterial por la UNESCO en 2001. Alojándote en el hotel de 4 estrellas Iberostar Waves Club Palmeraie Marrakech, tendrás estas maravillas y muchas más a tu alcance.
No muy lejos de Marrakech, se halla Essaouira, una ciudad marinera de origen portugués muy apreciada por los aficionados al windsurf. Dotada de los mejores balnearios de Marruecos, también cuenta con una fortaleza conocida como Skala de la Kasbah y la iglesia lusa de Kechla.
Cerca de la llamada Ciudad Roja, se puede hacer una excursión a Ouarzazate, localidad que alberga estudios cinematográficos y la espectacular kasbah Taourirt, una vivienda fortificada en la que residió el pachá de Marrakech. Y a pocos kilómetros se despliega el inenarrable ksar de Ait Ben Haddou, con construcciones del siglo XVII y declarado Patrimonio de la Humanidad en 1987. Allí se han filmado películas como Lawrence de Arabia (1962), Gladiator (2000) o Alejandro Magno (2004).
Si pasas tus vacacione en Marrakech, es aconsejable hacer una escapada a la siempre sorprendente Casablanca. Situada en el oeste del país y a orillas del Atlántico, es la mayor ciudad marroquí —su población supera los 4 millones de habitantes— y su puerto más importante, así como su capital económica. Dotada de un generoso patrimonio histórico-artístico, es una metrópolis cosmopolita y moderna que bien merece la atención del viajero. Su buque insignia es la mezquita de Hassan II (1993), la mayor mezquita de África y la tercera más grande del mundo. Su minarete, de 210 m de altura, es el más alto del planeta. Aprovecha para visitar la antigua medina, circundada de murallas del siglo XVI; la iglesia de Notre Dame de Lourdes (1953-1956) y la catedral del Sagrado Corazón, hoy desacralizada y convertida en un museo.
Es necesario referirse a la capital del país, Rabat. Allí abre sus puertas el mausoleo de Mohamed V (1961-1971), en el que está enterrado el monarca que le da nombre y su hijo, Hassan II. Una curiosidad: en su construcción, participaron cerca de 400 artistas marroquíes.
Otro tanto se podría decir de Fez, considerada como la mayor ciudad del mundo entre 1170 y 1180. Una vez allí, hay que contemplar el Palacio Real, la Universidad de Qarawiyyin o Al-Karaouine, la universidad más antigua del continente africano; la madrasa Attarine (1323-1325) y la curtiduría Chouwara, en funcionamiento ininterrumpidamente desde el siglo XIII e incluida en la lista del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO en 1981.
También es obligado mencionar la apacible Saïdia, en Berkane. Conocida como la Perla Azul, esta pequeña población está situada en el extremo nordeste del país, a orillas del Mediterráneo. Es aquí donde hallará el Iberostar Saïdia, un hotel de 5 estrellas pensado para regalarte las vacaciones con las que siempre has soñado.
A esta enumeración habría que añadir Meknes (también llamada Mequinez o Mequínez), fundada por los almorávides en el siglo XI. Su Gran Palacio Real, inconcluso, deja al recién llegado sin palabras; Chefchauen, famosa por su dédalo de callejuelas y casas azules; Tánger, anexionada a España en 1940 e independizada en los años cincuenta del siglo XX; Tetuán, próxima a la anterior y a la ciudad española de Ceuta, y Agadir, cuyas playas y casas encaladas te dejarán sin habla. Para exprimir esta experiencia a fondo, te invitamos a descubrir el Iberostar Waves Founty Beach, uno de los mejores hoteles en Agadir.
Por último, te aconsejamos desplazarte desde tu hotel Iberostar hasta las dunas de Erg Chebbi, cerca de Merzouga, un marco idílico para dar un paseo en dromedario por el desierto del Sáhara o familiarizarte con la cultura bereber y su deliciosa cocina; Erfoud o Arfoud, en el valle del río Ziz; el exuberante palmeral de Tineghir y las magníficas gargantas del Todra, con desfiladeros de hasta 300 m de altura.