Una opción inmejorable para conocer Santa Cruz de Tenerife es iniciar un recorrido a pie por la plaza de España, punto en el que confluyen las principales avenidas de la ciudad. Entre sus edificios más imponentes, destaca la sede del Cabildo Insular de Tenerife. De factura neoclásica, su interior está decorado en estilo art déco. También acoge la Oficina Municipal de Turismo, un lugar idóneo para informarse acerca de las mejores visitas y actividades en Tenerife.
Junto a la plaza, el visitante se topará con el puerto, uno de los más importantes del país y de Europa en cuanto a tráfico marítimo. El pequeño y antiguo faro que aún se alza en el muelle viejo, en funcionamiento hasta 1836, pone en relieve que su intensa actividad portuaria no es solo cosa del presente. Si se sale de la plaza de España por la avenida de Bravo Murillo, se accederá a la plaza de la Iglesia.
Allí se encuentra la iglesia de Nuestra Señora de la Concepción, el principal templo de la ciudad (originaria del siglo XVI y reconstruido entre los siglos XVII y XVIII). Sus cinco naves exhiben los estandartes capturados al almirante Nelson durante su ataque a la capital isleña, acaecido en 1797, así como la cruz de Alonso Fernández de Lugo que dio nombre a la ciudad.
Las inmediaciones de esta parroquia dan cabida a varios palacetes —entre ellos, el de la compañía de tabacos La Tinerfeña (1880)— y casonas tradicionales canarias.
Otra atracción cercana es la fuente de Morales (1838), que se yergue junto al Museo de la Naturaleza y el Hombre, sito en el antiguo hospital de los Desamparados (siglo XVIII). Resiguiendo la avenida que discurre junto a la dársena, se llega al sorprendente Auditorio de Tenerife, del arquitecto valenciano Santiago Calatrava.
En las proximidades, el viajero se topará con el castillo de San Juan (siglo XVII). En cualquier caso, ésta no es la única construcción fortificada de Tenerife, que también cuenta con el castillo de San Cristóbal (1570) y el castillo de Paso Alto, en el que Nelson perdió la batalla y el brazo derecho en 1797.
Regresando a la plaza de España y subiendo por la calle adyacente, se llega a la plaza de la Candelaria, que acoge un monumento del siglo XVIII dedicado a la Virgen homónima —patrona de Canarias—, realizado en mármol de Carrara por el escultor italiano Canova. En ella también se puede visitar el Palacio de Carta (1721-1752), un llamativo edificio con elementos mudéjares y flamencos que fue declarado Bien de Interés Cultural en 1947.
Igualmente, también vale la pena conocer la emblemática plaza del General Weyler —embellecida con parterres y una fuente—, la iglesia de San Francisco —una construcción barroca de 1680 situada en la plaza homónima— y el Museo Municipal de Bellas Artes.