Fecha de publicación 26/08/2019
Museos en Baleares La revolución cultural de Palma de Mallorca
Bienvenido al Miami del Mediterráneo
En su maqueta, Palma de Mallorca no tiene ni un Guggenheim ni un edificio deslumbrante que haya ocupado portadas. Y sin embargo, en las últimas décadas la capital de las Islas Baleares ha conseguido transformarse en una metrópolis cultural capaz de atraer a viajeros culturales de todo el mundo. Todo ello a base de proyectos sostenibles, galerías inquietas e intervenciones atractivas con las que transcender a sus tópicos y redibujar su encanto.
Para desvelar las claves de su potencial no hace falta armarse de libros ni de guías especializados. Solo dejarse llevar, abrir la mente y dejarse arrastrar a los diferentes universos que crean aquí los artistas. Porque, si algo define esta nueva cara de Palma, es que la ciudad, sus espacios y sus monumentos son los protagonistas ya que el arte y la arquitectura contemporánea han llegado para dialogar, no para reinar de forma absolutista.
Todo por Miró
Hay varias razones que explican esta primavera cultural de la metrópolis balear. Por un lado, está su puerto y su actividad comercial, que siempre fue una ventana abierta para influencias de todo el mundo. Por el otro, un clima inmejorable que, ya en el Romanticismo, atrajo a la isla de Mallorca a músicos como Chopin y escritores como Robert Graves. Y por último, una concienciación de la propia ciudad que la ha empujado a reabrir y reinventar monumentos que estaban en el olvido.
Pero estos factores que se podrían dar en otros destinos del mundo tienen un elemento clave extra: Joan Miró. La figura del gran genio abstracto, sus formas y sus paisajes ya forman parte del imaginario mallorquín.
De baluartes y galerías
Es Baluard es el gran pulmón de la cultura en el centro de la ciudad, un espacio único en el que la piedra viva y las pasarelas de acero Corten comunican salas donde se exhiben lo mejor de las diferentes colecciones de los gobiernos de la isla, así como de otros mecenas conectados a Mallorca. El resultado es indiscutible, con obras de las primeras vanguardias españolas (con Rusiñol y Sorolla), siguiendo por las europeas (Munch, Picasso, Van Dongen...) y acabando por lo mejor del panorama actual, con firmas consolidadas como Abramovic, Calatrava o Barceló.
Más allá de estos artistas, Es Baluard se ha convertido en un lugar disfrutable e imprescindible en cualquier paseo por Palma de Mallorca por su terraza y sus vistas.
El impulso de este espacio ha hecho que las galerías de arte de la ciudad hayan optado por abrirse más al público. Las asociaciones Art Palma Contemporani y AIGAB se han erigido como las grandes animadoras culturales con iniciativas como la Nit de l'Art, una velada en la que se programan actividades de todo tipo entre cuadros o Art Palma Brunch, una mañana de marzo en la que el plan dominical por excelencia se marida con nuevos talentos de la pintura y la escultura.
Modernismo y modernidad inesperada
La mezcla de las últimas corrientes creativas con la monumentalidad de Palma es un género en sí mismo. De hecho, su icono por excelencia, la catedral, siempre ha ejercido de ágora de las nuevas tendencias. Gaudí lideró su reforma a principios de siglo XX y dejó su impronta en forma de un baldaquino celestial.
En este mismo templo, Miquel Barceló levantó hace quince años su mural en la Capilla del Santísimo. En él utiliza el barro y la cerámica policromada de manera expresionista,