Turismo rural Los pueblos con vistas que te quitarán el hipo
Fecha de publicación 07/02/2018
DEIÀ (MALLORCA)
Si se pudiera definir la fórmula del pueblo perfecto uno de los elementos que indiscutiblemente estaría presente son las vistas. Y es que, por encima de lo que ofrecen las calles empedradas, la artesanía rural o la cocina honesta, existe un estímulo visual basado en la cuesta, el vértigo y la recompensa. Algo que sucede de Deià, donde la subida hasta la iglesia de San Juan Bautista recompensa con una panorámica magnífica tanto de los tejados como del azulísimo Mediterráneo.
RUPIT Y PRUÏT (BARCELONA)
La comarca de Collsacabra es toda una joya natural esculpida por la acción del río Ter, lo que provoca que las colinas sean escarpadas y que sus localidades sean casi un milagro. La más atractiva de todas es Rupi y Pruit, un conjunto de casas que resisten estoicas en una cresta de montaña. La consecuencia es un aislamiento que la ha convertido en un paraíso de piedra y madera que hipnotiza y sorprende. Y, a su vez, la hace ser un balcón desde donde reinar con la mirada sobre este paisaje juguetón, ya sea desde los balcones de las casas o asomándose por su icónico puente colgante.
SIURANA (TARRAGONA)
La serpenteante carretera que conduce hasta este coqueto municipio ya aventura lo que su perfecta ubicación ofrece: una sobrecogedoras vistas sobre el río Siurana, el Montblanc y el Priorat. En cuanto se dejan atrás los callejones y las casas embalsamadas en el pasado, se accede a los miradores naturales que tiene este pueblecito. Los más destacados son la proa de barco que forma este peñón tan característico más allá de la iglesia románica de Santa María o la terraza del refugio Ciriac Bonet, desde donde se vislumbran las vías ferratas que los escaladores trazan en estas paredes.
CASARES (MÁLAGA)
El magnetismo de las vistas que ofrece esta localidad es doble. Si se mira desde el Castillo o desde la iglesia de la Encarnación hacia el pueblo, el resultado es una panorámica en la que reina el blanco de las fachadas encaladas. Y, sin embargo, si el foco se pone en los alrededores, el mar Mediterráneo y la Costa del Sol consiguen atraer la atención de todos aquellos que coronan esta bella y pintoresca localidad de la Sierra de Málaga.
SAN ANDRÉS (TENERIFE)
Este pueblito marinero es, en sí mismo, una recompensa. Llegar hasta él supone haber navegado por la costa tinerfeña más salvaje o, en su defecto, haber recorrido las carreteras y senderos que surcan la península de Anaga. Sea como fuera, el premio es disfrutar de esa simbiosis entre casas singulares y naturaleza abrupta que es San Andrés, así como de sus inesperados miradores que riegan tanto sus calles como sus alrededores.
OLVERA (CÁDIZ)
La majestuosidad de Olvera se puede medir en diversas magnitudes. La primera es su importancia como una de las localidades más destacadas de la Sierra de Cádiz. Una monumentalidad que se traduce en un completísimo conjunto monumental coronado por la iglesia parroquial de la Encarnación y por el castillo. La segunda, el manto blanco de casas encaladas tejido por callejones enrevesados. Y la tercera, por su posición predominante en estas montañas que la convierten en el mejor punto de observación de toda la comarca.
BUITRAGO DEL LOZOYA (MADRID)
Su emplazamiento, en un meandro caprichoso del río Lozoya, le ha hecho consolidarse como uno de los pueblos medievales mejor conservados del entorno de Madrid. De hecho, la imaginación de sus habitantes hizo que, en su día, se postulara como la versión real de La Comarca de Tolkien por sus semejanzas con la aldea de Bree. Imaginaciones al margen, lo que ofrece este pueblo tan bien conservado son unas murallas portentosas y un paseo a su alrededor donde piedra y agua se compenetran para ofrecer instantáneas inolvidables.
EL GOLFO (LANZAROTE)
La costa oeste lanzaroteña guarda una esencia marinera y silvestre que la hace ser única. Por eso, en el puertecito de El Golfo se alternan los 'foodies' que buscan degustar la pesca del día con los turistas que vienen hasta aquí con otro objetivo. Este no es otro que el de subir hasta la pequeña península que abriga el pueblo para disfrutar de una de las rarezas naturales más emblemáticas de la isla. Se trata del Charco de los Clicos o Charco Verde, una laguna que tiene este color por la acción del alga Ruppia Maritima que vive en su interior y por el azufre de esta tierra volcánica. El contraste con la playa negra lo convierte en un paisaje muy singular, imprescindible si te alojas en un hotel en Lanzarote.
CORTEGANA (HUELVA)
En cuanto la provincia de Huelva se empina en su interior aparecen las dehesas y las colinas de Sierra Morena. Pero, más allá del indiscutible encanto del jamón de Jabugo y de sus setas de temporada, está el embrujo medieval de toda la comarca. Su posición defensiva durante la Reconquista supuso que las localidades se construyeran en lo más alto y se dotaran de fortalezas y murallas. Ejemplo de ello es Cortegana, donde su castillo ha pasado de ser un punto de vigilancia a ser un precioso mirador desde donde encontrar otros pueblos blancos como Aracena y perder la vista en sus encinares.
LLUCALCARI (MALLORCA)
Este conjunto de casitas idílicas resume la Mallorca soñada por todos: mar, montaña y bosque. No en vano, sus fincas y construcciones son las más preciadas y cotizadas de la isla. Y tiene de bueno que no hace falta ser millonario para disfrutarlo. Solo con caminar por sus calles y asomarse al mar en cualquier esquina se puede disfrutar de este paraíso natural en el que la mano del hombre apenas ha intervenido para hacerlo disfrutable.