Siente a tu manera con unas vacaciones emocionales
¿Quieres conectar contigo mismo (y con las personas que más quieres) durante tus viajes? En unas vacaciones emocionales, donde cada plan se convierte en una nueva aventura hacia el interior, podrás hacerlo. Mayores y pequeños descubrirán juntos el fascinante mundo de emociones en los hoteles Iberostar orientados a familias. ¡Todos los estados de ánimo son válidos!
¿Qué son las vacaciones emocionales?
Las vacaciones emocionales son aquellas que crean un espacio seguro para expresar emociones con libertad. Son un lugar mental, pero también un hogar físico, compartido, que recorre el mundo con nosotros: una casa lejos de casa donde todos puedan sentir a su manera y ser escuchados con empatía y respeto. Así, los viajes representan una gran oportunidad para vivir el instante presente a través de las emociones y trabajar la inteligencia emocional en familia, esa capacidad prodigiosa que nos permite reconocer, comprender y manejar lo que nos pasa por dentro.
Mejor gestión emocional en situaciones insólitas
La intensidad emocional propia de algunas etapas de la vida, como la adolescencia, puede desatarse durante una escapada en familia, ya que cuando se viaja se viven situaciones insólitas que provocan respuestas distintas a las habituales. Hacerlo acompañado (y en una edad de vibrante actividad hormonal) la incrementa, algo que te permitirá trabajar las emociones con adolescentes según vayan surgiendo para profundizar en tu relación con tus hijos de la Generación Z.
El arte de reconocer, nombrar y soltar
Como persona adulta, ¿te cuesta entender y gestionar tu universo interior? ¿El ritmo del día a día te impide prestarle atención? A lo largo de unas vacaciones emocionales, dispondrás de tiempo para parar y sentir. Podrás sentarte con tus emociones para reconocerlas como si fueras un simple observador, nombrarlas sin juzgarte y soltarlas con gratitud por haberte enseñado algo (siempre lo hacen).
Siente envidia mientras los más pequeños aprenden y se divierten
¿Te gustaría regresar a la infancia?, ¿estrenar sensaciones, ilusionarte con las cosas simples, descubrir el mundo? Un poco de envidia sana, porque la envidia con inteligencia emocional siempre es sana, puesto que nos anima a revisar nuestra perspectiva, no está de más si su aparición significa que tus hijos están aprendiendo y divirtiéndose en un espacio hecho solo para ellos. Con el programa Star Camp, dividido por grupos de edad e ideado para inspirar los ocho tipos de inteligencia mediante la interacción y el juego, tus celos estarán más que justificados. No podrás participar, pero sí tomarte la vida de una manera más lúdica desde el spa: reajustar tu punto de vista.
Canta y baila (aunque a tus hijos adolescentes les dé vergüenza)
La, en ocasiones, ardua tarea de trabajar las emociones con adolescentes se vuelve menos complicada con un toque de humor. ¿Tus hijos están en esa edad en que se avergüenzan de sus progenitores? Aprovecha las vacaciones para demostrarles que tú también sabes pasarlo bien y gozar de las experiencias. Contemplarte cantar y bailar con la animación para adultos de los hoteles se convertirá en una especie de terapia de choque para ellos. ¡Quizás hasta se impregnen de tu buen rollo y, a pesar del bochorno, se unan a ti!
Ve más allá del aburrimiento y relájate cerca del mar
Cuando dejamos de hacer, cuerpo y mente se alinean en el aquí y ahora. Por esta razón, la emoción que conocemos como aburrimiento puede trascenderse para ir más allá; hasta alcanzar un feliz estado de desconexión. Además de contribuir al descanso, la quietud también aviva la creatividad. Imagina un exclusivo beachfront resort donde aburrirse esté permitido, pero no solo eso, sino que también propicie esos remansos de paz donde la única obligación sea permanecer en la tumbona con un zumo de frutas exóticas en la mano. Pasar tiempo de calidad junto a los tuyos aplacará el impulso de estar siempre ocupados en algo.
Canaliza la ira con una clase de yoga o meditación
La intensidad emocional de los viajes se manifiesta en momentos de excesiva energía, contrariedad o incluso ira. ¡Y eso es muy humano! Cambian las rutinas, cambia el escenario; motivo por el cual también cambian los retos. La emoción de enfado se canaliza con actividades conscientes y dinámicas donde el movimiento acompañe a la respiración. Practicar yoga o meditación en familia equilibrará vuestra vibración. ¿Lo mejor? Que cualquiera, sin importar la edad, está capacitado para sumarse a una clase iniciática de cualquiera de estas disciplinas.
Acepta la tristeza de que las vacaciones se acaben
En la naturaleza, la única constante es el cambio. Esta verdad se aplica tanto a nuestro paso por este planeta como a las emociones que de ella manan y que a hacia ella fluyen. Sentir tristeza revela la sensibilidad humana, además de afianzar vínculos interpersonales y de dirigir la atención hacia la impermanencia. Sí, todo pasa y quizás tu familia esté triste porque unas vacaciones emocionales se acaban, pero eso no ha de impediros apreciarlas mientras duren (ni empezar a planear las próximas).