Fecha de publicación 05/07/2017
Turismo cultural Cita en el museo
Los mejores museos y galerías del mundo donde disfrutar del arte, la gastronomía y el buen ambiente.
Los museos más vanguardistas se adaptan a la demanda de los nuevos tiempos y, en muchos de ellos, la experiencia no se basa solo en contemplar obras de arte y asistir a exposiciones. Y es que, cada vez más, disfrutar del ambiente, del entorno y del arte a partes iguales es un aliciente suculento para un plan cultural.
‘Terraceo’ por Madrid
Comenzamos nuestro recorrido por la capital española, donde los apasionados de la moda tienen una cita ineludible con el Museo del Traje de Madrid. Entre las facultades de la Ciudad Universitaria se alza su actual sede, construida entre 1971 y 1973 por los arquitectos Jaime López de Asiaín y Ángel Díaz Domínguez tras ganar en 1969 el Premio Nacional de Arquitectura con su proyecto. Sus enormes cristaleras permiten al visitante sentirse arropado por el verdor de los jardines que rodean sus paredes. La exposición permanente está estructurada de forma cronológica para recorrer la historia del traje en España desde tiempos remotos hasta la actualidad. En el local del museo podemos fascinarnos por la terraza del Café Oriente, que abre los meses de calor a partir de mayo y en cuyo mágico ambiente podremos vivir espectaculares noches de verano integrados en el vergel de la zona estudiantil.
Nuestra siguiente parada está en pleno centro, junto a la emblemática estación de Atocha. Desde que abrió sus puertas en el edificio Sabatini en 1992, el Reina Sofía es uno de los museos más visitados no solo de España, sino del mundo entero. El hecho de que tenga en su haber el famoso cuadro del Guernica es probablemente la razón más importante. Además de contar con otras obras de Picasso, alberga también colecciones de Salvador Dalí, Joan Miró y Juan Gris. Parada obligatoria para los amantes del Surrealismo, el Cubismo y el Pop Art. Se accede a través de sus representativas torres gemelas de ascensores, dispuestas en los exteriores de la plaza contigua (Calle de Santa Isabel). Tras disfrutar de su importante oferta pictórica, es momento de conocer la sucursal que el restaurante Arzábal (iniciativa de Iván Morales y Álvaro Castellanos) ha abierto en el museo. Una terraza de lo más acogedora que abre todos los días de la semana y donde, además de contar con una amplia carta de vinos de todo tipo, podemos probar delicatessens como las croquetas o el carpaccio de boletus con trufa. Si después queremos conocer la noche madrileña, nada mejor que acercarnos al castizo barrio de Lavapiés, cuya multiculturalidad le ha valido para ser uno de los más visitados por los viajeros en la actualidad. Entre sus principales atractivos, las terrazas de la calle Argumosa y la oferta cultural de La Tabacalera, sin olvidar por supuesto el famoso Rastro de Madrid, que acogen los domingos por la mañana la cuesta de la Ribera de Curtidores y sus alrededores.
Bajando un poco más al sur, el barrio de Legazpi está más de moda que nunca gracias a su Matadero, reconvertido en un centro de divulgación y encuentro de artistas. Su mastodóntica extensión acoge desde salas de exposiciones (Central del Diseño, Abierto X Obras) hasta zonas de lectura (La Casa del Lector) y rincones para la creación (Factoría Cultural). El cine independiente y documental encuentra su lugar en la Cineteca, con proyecciones a diario, mientras que los conciertos lo hacen en la Nave de Música. Para tomar algo tenemos tres opciones: la cafetería del Café Teatro, decorada por los escenógrafos Juan Sanz y Miguel Ángel Coso; la Cantina, dispuesta junto a la Cineteca con una clara influencia neoyorquina y una pequeña terraza abierta durante el verano; y la Terraza Matadero, ubicada en la plaza central los meses estivales para procrastinar acompañados de conciertos y todo tipo de actividades culturales. Por ejemplo, el mural con el que ha vestido el vestíbulo de la Nave 11 el ilustrador Aitor Saraiba ‘El muro de los sueños y las pesadillas’ está inspirado en los sueños de los niños de varias asociaciones de integración y desarrollo.
De la costa a los archipiélagos
Es el momento de bajar hasta la costa andaluza, concretamente hasta la ciudad de Málaga, donde se halla desde 2015 la primera sucursal fuera de Francia del parisino Centro Pompidou. Solo con ver la fachada de El Cubo, su inmueble contenedor, intuimos que se trata de uno de los lugares más vanguardistas del país, cuyas obras, centradas en los siglos XX y XXI, van desde pinturas (Frida Kahlo, Picasso, Miró...) hasta esculturas pasando por vídeos, películas e instalaciones artísticas. Si no quieres perderte esta maravilla, recuerda que Iberostar cuenta con los mejores hoteles en Málaga para disfrutar de tus vacaciones en el sur.
Está ubicado en el denominado Muelle Uno –donde se alza también el Artsenal, centro multidisciplinar de arte que expone las últimas tendencias de artistas españoles– con el mejor ambiente del puerto de Málaga. A su lado, podemos pasear por el paseo marítimo disfrutando de las vistas del Mar Mediterráneo y acercarnos después a visitar la espectacular zona monumental de la ciudad.
Dejamos la península para relajarnos por las islas. En las Baleares encontramos Es Baluard, el Museo de Arte Moderno y Contemporáneo de Palma de Mallorca. Está ubicado en un lugar tan privilegiado como el antiguo baluarte defensivo de Sant Pere, edificio del siglo XVI enclaustrado en plena bahía sobre su muralla medieval, obra del ingeniero italiano Giovan Giacomo Palearo Fratino ‘El Fratín’. Su colección permanente ha estado dedicada desde que abriese en 2004 a recoger las obras de los principales artistas y movimientos que han confluido y confluyen en las Islas Baleares desde principios del siglo XX hasta nuestros días. En la terraza de su restaurante & lounge tenemos para elegir entre más de 120 platos y diversos cócteles veraniegos. Al salir, qué mejor que conocer la ciudad de Palma dando una vuelta por su paseo marítimo, entrando a ver la Catedral de Santa María (de estilo gótico levantino) o descubriendo el Castillo de Bellver (fortificación gótica del siglo XIV).
Y de las Baleares nos vamos hasta las Islas Canarias, concretamente hasta el Tenerife Espacio de las Artes, conocido comúnmente como TEA. Este complejo arquitectónico es obra de los suizos Jacques Herzog y Pierre de Meuron y el canario Virgilio Gutiérrez. Se encuentra en el centro de Santa Cruz de Tenerife desde que se inaugurase en octubre de 2008 con el objetivo de “aglutinar el arte generado por los nuevos cambios tecnológicos de nuestra sociedad”. Sus principales atractivos son el museo contemporáneo Instituto Óscar Domínguez, el Centro de Fotografía Isla de Tenerife y la Biblioteca Municipal Central. Como su nombre indica, la colección permanente del museo se nutre principalmente de la obra del pintor surrealista Óscar Domínguez, autóctono de la isla. Además, el TEA dispone de numerosos espacios comunes como el salón de actos, la tienda, la plaza semicubierta y la cafetería. Fuera de sus puertas podemos acercarnos a dar una vuelta por la Plaza de España y sus alrededores, aunque si hace buen día (cosa probable en Canarias) igual nos apetece más coger la toalla y darnos unos baños en la Playa de las Teresitas.
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No solo en España
Si nos acercamos hasta Budapest, su oferta de museos es arrolladora, con más de 200, y es que nos los encontraremos en iglesias, teatros, complejos subterráneos y hasta camposantos repartidos por toda la capital de Hungría. Cabe destacar el Museo de Bellas Artes, el Museo Nacional, el Archivo Central, el Museo Judío o, para los menos afligidos, el Cementerio Kerepesi y la Casa del Terror. Para relajarnos tras asimilar tanta cultura (o quitarnos el mal cuerpo de las dos últimas opciones), lo mejor es ir a alguno de sus famosos balnearios. Los Baños Széchenyi tienen innumerables piscinas, jacuzzis y saunas en la parte interior, donde pronto nos llamará la atención el fuerte olor a azufre de sus aguas. En el exterior reinan la piscina caliente, con el icónico tablero de ajedrez para echar una partida en remojo, y la de verano, con su jacuzzi en la parte central. Y para tomar algo por la noche lo mejor es perdernos por el barrio judío y descubrir sus viejos inmuebles reconvertidos en pubs. Uno de los más visitados es el Szimpla (Kazinczy u. 14), con su gigantesca terraza, sus tres plantas y sus innumerables recovecos adornados por objetos de lo más estrambótico.
Nuestro recorrido termina en Nueva York, de cuya desmesurada oferta nos quedamos con dos opciones. En The Morgan Library & Museum (museo, biblioteca y centro de investigación) su dinning room ofrece (además de comidas y desayunos) cócteles inspirados en recetas del siglo XX. Podemos tomarlos en el salón donde habitó el Propio Pierpont Morgan, banquero y coleccionista de arte, aunque lo ideal es degustarlos los viernes por la noche en el patio cubierto diseñado por Renzo Piano. Aunque si lo que queremos es disfrutar del skyline de la Gran Manzana con un combinado en la mano tendremos que acercarnos al Museo Whitney, especializado en el arte moderno estadounidense con una colección de más de 18.000 obras. Su primera planta esconde el Untitled, restaurante con un menú de lo más elaborado a cargo del chef Michael Anthony. Pero lo que nosotros vamos buscando está en el último piso: el Studio Cafe, donde además de platos más ligeros (tostas, ensaladas, sopas...) se puede ir a cenar y/o tomar una copa en la noche de los viernes y sábados mientras observamos las impagables panorámicas a través de sus enormes cristaleras. Y si además vamos en los meses de calor, podremos hacerlo directamente en su terraza.
