Aunque las playas de Monastir son el principal reclamo de esta población, el municipio también reúne infinidad rincones, edificios y monumentos que merecen la atención del viajero.
Como ocurre con otras localidades tunecinas, uno de sus rasgos más característicos es la presencia de un ribat, una fortaleza o kashba que se eleva en el corazón de la ciudad, cuya función en el pasado era proteger las rutas comerciales. El ribat de Monastir, de 4.200 m2, es el más antiguo del Magreb, ya que data del año 796.
Junto a esta fortificación, se alza la Gran Mezquita, del siglo IX y ampliado en tiempos de la dinastía Ziri (972-1152). Admira las bóvedas de crucería que embellecen su sala de oración y entra en su galería porticada de arcos apuntados. No obstante, el elemento más característico es su hermosa cúpula dorada.
Otro recinto para el culto que conviene conocer es la mezquita de Burguiba. Erigida en 1963 por Tayyeb Buzguenda, su estructura se inspira claramente en la mezquita de Hammuda Pachá de la ciudad de Túnez. Su sala de oración, que puede acoger hasta 1.000 personas, posee 86 columnas en mármol rosa. Tampoco hay que pasar por alto sus 19 puertas de teca, labradas de manera artesanal.
Al norte del ribat, se halla el cementerio de Sidi el-Mezeri. Su interior da cabida al mausoleo de Habib Burguiba, donde descansan los restos de toda familia de Habib Burguiba, el líder nacionalista que se convirtió en el primer presidente de Túnez y que estuvo al frente del país durante tres décadas. El lugar es relativamente nuevo, ya que el mandatario, que también está enterrado ahí, falleció en el año 2000.
Dedica también un tiempo a la tumba del Soldado Desconocido, un sencillo monumento emplazado en la calle de Tunis, justo donde arranca la avenida que conduce al mausoleo de Habib Burguiba. Allí se rinde tributo a los combatientes tunecinos que murieron luchando por independencia del país. El conjunto está coronado por una sobria cúpula blanca.
En cuanto a los museos de Monastir, te animamos a acercarte al Museo del Traje Tradicional, situado frente a la entrada de la mezquita de Burguida. Sus salas muestran la indumentaria tradicional de todo Túnez, así como una nutrida colección de vestidos de novia y de joyería. A su vez, en la calle de Trabelsia se encuentra el Musée du Mouvement National o Museo del Movimiento Nacional, dedicado a la historia de la lucha del país por su independencia.
Unos 15 km al sureste de Monastir, se despliega Lamta, que conserva los vestigios de la antigua colonia romana de Leptis Minor. Después de la caída de Cartago, este enclave pasó a ser una ciudad libre.
Una excursión desde Monastir que goza de gran aceptación es la que lleva hasta la población de Moknine, famosa por sus talleres de cerámica y por la mezquita de Sidi Babana.
Y un reclamo que no podíamos olvidarnos en el tintero: a apenas 60 km, se localiza el anfiteatro El Djem o coliseo de Thysdrus. Esta imponente joya romana, levantada en el año 238 d.C. por el procónsul Gordiano, fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1979 y recibe anualmente a más de medio millón de visitantes.